lunes, 30 de mayo de 2011

Es distinto.

Oír no es escuchar.
Confiar no es creer.
Detener no es parar.
Luchar no es soportar.
Ver no es observar.
Tocar no es palpar.
Querer no es amar.
Admirar no es idolatrar.
Esperar no es aguantar.
Tú no eres yo.

sábado, 28 de mayo de 2011

Último asalto.

Llega el último asalto, ambas con cardenales y arañazos causados por los minutos, minutos que pasan despacio, lentamente,  como queriéndose quedar a ver el último golpe.
Ideas de abandonar ese jodido juego invaden tu cabeza, te encuentras en un aprieto, estás noqueada en la esquina del ring, recibes numerosos golpes e intentas a duras penas protegerte.
¡Abandona! ¡Tira la toalla! Gritan voces en mis tímpanos. Necesito un tiempo muerto estoy exhausta, pero necesito aguantar.
Avanzo hacia mi contrincante y consigo darle un golpe en el estómago, pero de nada sirve. En este juego no suena ninguna campana que indique descanso, no puedes guardarte cartas en la manga, ni utilizar tu último peón ni un comodín. La suerte te regala una serie de oportunidades, en tus manos está aprovecharlas o no. Yo las estoy perdiendo todas, se desprenden de mis dedos como las últimas hojas secas de un pobre árbol.
¿Abandonar o luchar?.
Cierro los ojos y respiro. Separo los brazos, aprieto fuertemente los puños.
Las últimas gotas de sudor comienzan a derramarse por mi frente, gastaré el poco aliento que me queda en un último golpe, mi última oportunidad.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tus ojos

Que el mismo Dios, por aumentar tu encanto,
en forma de astros condensó la sombra
y los puso en tus ojos por pupilas...








Garciliano Chaverri.

lunes, 23 de mayo de 2011

Hola de nuevo

Bueno, ahora a empezar de cero. Iré publicando cosas nuevas a medida que vaya escribiendo. Lo que podéis ver ahora son los antiguos textos que escribí en el blog anterior.
Un saludo ;)

domingo, 22 de mayo de 2011

I don't wanna miss a thing.

 Podría permanecer despierto sólo para escucharte respirar, mirarte sonreír mientras duermes a lo lejos, y soñando.
Podría pasar mi vida en esta dulce rendición, podría quedarme perdido en este momento para siempre ya que, cada momento que pasé contigo es un momento que valoro mucho, no quiero cerrar los ojos, no quiero quedarme dormido porque te extrañaría baby, y no quiero extrañar nada.
Porque aún si soñara contigo el más dulce de los sueños no lo alcanzaría aún así te extrañaría baby, y no quiero extrañar nada.
Acostado cerca de ti, siento latir tu corazón y me pregunto con qué estás soñando,me pregunto si será conmigo. Luego, beso tus ojos y agradezco a Dios que estemos juntos y sólo quiero estar contigo en este momento para siempre, para siempre, siempre.
No quiero cerrar los ojos, no quiero quedarme dormido porque te extrañaría baby, y no quiero extrañar nada.
Porque aún si soñara contigo el más dulce de los sueños no lo alcanzaría aún así te extrañaría baby, y no quiero extrañar nada.
No quiero extrañar ni una sonrisa, no quiero extrañar ni un beso ya que sólo quiero estar contigo aquí mismo, contigo, como ahora. Sólo quiero tenerte cerca sentir tu corazón muy cerca del mío y permanecer aquí, en este momento ror el resto del tiempo.

 

Putrefacción


Charlie se encontraba en la calle trasera, como cada noche, estaba abarrotada de vagabundos y sucias prostitutas esperando llevarse algo a la boca y poder ganar algo de dinero para seguir comprando sus medicamentos o seguramente para los estudios de algún chiquillo que tuvieron a los 15 años.
Entró al bar, el bar de siempre, ya le conocían de sobra, tenían su cara más que vista, no le hacía falta pedir nada solo decir la frase “lo de siempre, Bob” y le pasaban un vaso con una botella de absenta. Estaba en el bar por el mismo motivo de siempre, se sentía mal, se sentía solo, apenas tenía dinero para pagar el alquiler del piso, y lo poco que tenía lo gastaba en alcohol y en alguna que otra calada de maría o nicotina.
No tenía motivos para seguir viviendo, se levantaba todos los días a las 6:00 de la mañana para sentarse delante de un ordenador y comerle el coco a la gente para que se cambiaran de operadora de móvil. Salía del trabajo, iba a su casa, veía un rato la tele y se tomaba una cerveza, esperaba que fueran las 11:00 y volvía al bar. Esa era su rutina la de siempre, la misma durante más de 10 años. Se le estaba comenzando a caer el pelo, tenía entradas, y un poco de calvicie, tenía tantas ojeras que sus pequeños ojos verdes estaban empezando a oscurecerse, innumerables arrugas eran las que cubrían su cara, estaba pútrido por dentro y estaba comenzando a descomponerse por fuera.
Esa noche bebió más de la cuenta, comenzó a desvariar, se metió con toda persona que s ele acercaba, el camarero, alguna chavala que andaba por ahí, y terminaron echándole del bar, estaba totalmente alcohólico. Comenzó a caminar por aquel callejón, no podía mantenerse en pie, se mareó y comenzó a rodar por las escaleras, se partió la nariz y alguna que otra costilla, dolorido, se sentó en el suelo esperando por un taxi que lo pudiera llevar a su casa.
Pasó por ahí un joven que seguramente estaba en el mismo estado que él, sacó una navaja y le amenazó para que le diera la cartera, Charlie se resistió , en esa cartera s encontraba lo único que tenía, dinero para más alcohol, no podía vivir sin alcohol, hacía que se olvidara de sus problemas y de la mierda de vida que llevaba, aunque no le importaba morir esa noche.
El joven le agarró y le pegó la navaja al cuello y le hizo una pequilla herida, comenzó a salir sangre, Charlie sintió miedo, cedió y le entregó la cartera, el joven le dio patadas en las costillas y en la cabeza, le apuñaló en el pecho varias veces con la navaja, le escupió y el joven se fue corriendo.
Unos días después encontraron a Charlie en el callejón, desnudo, ensangrentado y oliendo a descomposición, alguna cucaracha ya habría empezado a comer sus entrañas.
No conocía a nadie, no tenía amigos ni familia, simplemente dejó de existir.
Ahora Charlie se encontraba pútrido por dentro y pútrido por fuera.

Cárcel perfecta

Se despertó, abrió poco a poco los ojos, la luz de los rayos del sol consiguió inundarlos. Cuando pudo ver a su alrededor alejó la vista y pudo ver el horizonte. Yacía petrificado en el suelo, como una marioneta abandonada por su ventrílocuo, intento ponerse en pie, estaba débil, se dio cuenta que llevaba ahí mucho tiempo.
Pudo ponerse en pie y comenzó a andar. Estaba en un gran prado, era todo completamente verde, el aire estaba compuesto por una felicidad embriagadora. El cielo estaba despejado, solo había una nube en ese gran cielo, podía decir que se encontraba en el cielo.
Quiso investigar y así preguntarle a alguien qué era ese lugar tan extraño que no había visto nunca y no había escuchado a nadie hablar de el.
Estuvo bastante tiempo, no sabía cuanto, pues no tenía reloj y parecía que en ese lugar nunca anochecía, el sol seguía en su lugar, sin inmutarse, sin dejar de brillar.
No encontraba a nadie, parecía que estaba desierto, comenzó a desesperarse, tenía muchas preguntas y no conseguía encontrar respuestas lógicas.
Vio un árbol y se sentó bajo él, no sabía que pensar, no encontraba las respuestas lógicas que él esperaba.
Muchos sentimientos comenzaron a inundar su cabeza, sufrimiento, dolor, tristeza…
Estaba harto, en un momento de gran desesperación empezó a gritar.
Gritaba a pleno pulmón, nadie podía escucharlo porque estaba solo, gritó hasta desgarrarse la garganta.
De repente le comenzó a doler el pecho, tenía la camisa llena de sangre, no sabía que le había ocurrido y fue cuando encontró una respuesta.
Estaba solo, en un lugar aparentemente feliz, donde no anochecía nunca y con una bala en el pecho.
Estaba muerto y estaría ahí mucho tiempo, días, semanas, meses, años, siglos, siempre, toda la eternidad, ese tiempo que dura tanto que la mente humana no consigue alcanzar.
Se encontraba en el cielo y ese cielo sería su cárcel toda la eternidad.

Todo

                                 
Esa forma de tomarse una cerveza, encender un cigarrillo, ponérselo en la boca, mirar al cielo y expulsar el humo.
Su forma de hablar, la forma de sus labios al pronunciar tu nombre, como camina, como permanece unos instantes observando al suelo, meditando, levanta la cabeza aparta de sus ojos el flequillo, se acaricia el pelo y sonríe.
Y cuando observa el exterior a través de la ventana es cuando me gustaría meterme en tu cabeza y conseguir averiguar en qué estás pensando…
Como suspira.
La forma de coger su guitarra, observarla, acariciarla y realizar competiciones entre el sonido más hermoso jamás escuchado y su voz.
Como escribe, esas letras tan imposibles de descifrar, pero hechas con seguridad, ternura, simpatía… como es él.
Ver como comete un error, lo reconoce y aprende de ello.
Como habla del futuro y su mente hecha a volar haciendo planes sobre cosas que sueña por hacer.
Como hace daño, se acerca, pide perdón y baja la mirada.
La forma en la que te mira, te mira a los ojos y sientes que puede leer tus pensamientos con tan solo mirarte.
Como consigue llenarte con un simple abrazo y preguntándote cómo estás.
Como dice lo que necesitas escuchar en el momento exacto y consigue robarte una sonrisa.
La forma en la que roza las hojas de los libros y sigue con la mirada cada frase.
Todos esos versos salidos de su mente que inundan sus libretas, que podrían conmover a cualquier estatua de piedra.
Como se pone el lápiz en la boca, lo muerde, escribe, arruga el papel, saca otra hoja, esboza una sonrisa y continúa escribiendo.
Como habla de esas series de la infancia, se le ilumina la mirada y vuelve a sentirse como un niño.
La forma de sus manos, completamente perfectas.
Como se deja la voz en cada canción.
Ya, perfecto… Y como la perfección no existe, tú no existes. Probablemente sea todo fruto de mi gran imaginación, o eso me gusta pensar.

La llamaban Lady Drama


Unos decían que estaba loca, otros que se metía mucho en su papel.
Innumerables eran las fugas de su mente a un mundo paralelo.
Actuaba como si su vida fuera una gran película en la que ella era la actriz principal. Tardó años en darse cuenta que era un mero personaje secundario.
Tan solo tenía 34 años cuando murió, la locura fue más fuerte que ella. Y fue con 17 cuando comenzó todo.
Se iba de clase para poder asistir a las clases de teatro, su gran sueño desde que era una niña era ser actriz. Decían que tenía un don innato para ello, se introducía de manera increíble en su personaje y hacía parecer que la historia ficticia inventada por su profesor pareciera real. Fue una vieja loca, una princesa en apuros y una eficaz asesina a sueldo.
Su cabeza se mantuvo en orden hasta los 30 a partir de ahí comenzó a desvariar hasta llegar al punto de perder su identidad.
Fueron tantos los papeles que tuvo que interpretar que ya no sabía quien era en realidad y comenzó a ser una persona distinta cada día hasta intentar averiguar quién era.
Se sentía hundida, no sabía quien era, cayó en la droga y en la bebida. No solo perdió su identidad, se perdió ella misma.
Nadie pudo encontrarla, al ir en su búsqueda solo conseguías encontrar guiones, papeles de personajes.
No sabían quién era ni en quién se había transformado; desde ese momento pasó a llamarse Lady Drama.
Comenzó a ser muy conocida, conocida como Lady Drama, sabían quien era pero no quién era. Si, es ella, pero en realidad… ¿quién es?
Era imposible responder a esa pregunta, ya no era nadie, simplemente una persona con la cabeza sumergida en la locura.
Tal era la locura que fue más fuerte que ella, cuando puso fin a su vida.
Esa fue su historia, dramática como su nombre.
Ya se acabó su obra, se cerró el telón, las luces se apagaron y el publicó se marchó.
Pero siempre sería recordada como Lady Drama, la que no tenía identidad y la sacaba de su mente ausente, la que sabían quien era, pero no quién era.     

Huir

Permanecía arrodillada en frente del váter, sus piernas pálidas y gélidas por el frío de la ciudad yacían en el suelo. Habían sido muchos los kilómetros que corrió por culpa de las dudas y la desesperación. No sabía que hacer, tenía que tomar una decisión, pero tenía miedo, se trataba de esos momentos en los que sabes que camino debes elegir pero sabes muy bien que ir por ahí te dolerá. Se trataba de él, como siempre, toda su vida giraba en torno a él. Cuando vomitó todo el dolor que había en su estómago y las lágrimas que caminaban por sus mejillas se secaron se sentó en el suelo a buscar otro camino que no existía. Contempló sus rodillas, en las que se podía apreciar que comenzaban a enrojecer, y sus uñas devoradas por el miedo.
 
   Miles de cosas sin sentido aparente pasaban por su cabeza. No encontraba ningún camino más así que lo inventó, era una locura, no quería afrontar el problema y eso le llevó a huir de él.
Recogió todas sus pertenencias y se fue. Dejando en esa casa, en ese baño, al problema encerrado que más tarde ardería.

Irreal

Me encuentro en el tejado de mi casa, necesitaba huir de todo, me sumergí en el silencio y la música y creo que ya he desaparecido del mundo real porque me encuentro en un lugar extraño. Creo que por fin he encontrado mi rincón de huida. Está todo en blanco, se nota que nunca he conseguido desconectar del todo como para llegar aquí. Voy a pintar las paredes de color azul y el suelo de verde, colocaré en el techo un gran sol brillante y unas esponjosas nubes azules. Intentaré crear mi pequeño mundo, pienso quedarme aquí mucho tiempo. Meditaré seriamente la opción de quedarme aquí, en mi minúsculo mundo imaginario, alejada de los problemas, encerrada en mi pequeña burbuja.
Siempre soñé con ser una de esas muñequitas que permanecen sentadas dentro de una bola de cristal, tan felices, sin complicaciones.
Puede que haya llegado el momento en el que me convierta en una de ellas.
Mentiría si te dijera que me da miedo quedarme aquí encerrada toda la eternidad. Ya era hora de encontrar mi propio universo.
Sí, voy a quedarme aquí,  no pienso regresar a ese horrible mundo, contaminado. Repleto de personas llenas de odio que lo único que buscan es hacer daño a los demás. Un mundo en el que solo importa lo material.
En mi bolita de cristal no hay nada de eso, está llena de libros, los libros que siempre he querido leer y nunca podré, la música que nunca llegué a encontrar, los amores a los que nunca llegue a enamorar y en cada ventana un paisaje, paisajes que nunca llegaré a ver.
Permaneceré aquí hasta el fin de mis días, hasta que la bola de cristal caiga al suelo y se rompa en mil pedazos, y yo con ella.

Libre, joven e infiel.

Su cuerpo desnudo y frágil se encontraba en la inmensidad del salón, sobre aquella alfombra que le daba tanto asco porque se la regaló él y desagradables pero morbosos recuerdos llegaban a su mente al verla. Otro amante más que se iba de su casa, como cada domingo cuando su marido se iba con sus amigos al bar. Una vez más que se desplazaba hacia el suelo para recobrar el aliento. Miles de gotitas volvían a hacer una ruta bajando desde su cara, tomando con delicadeza cada curva de su cuerpo, llegando a distintos rincones de su cuerpo. Comenzaba a sentir el frío, se levantó y fue hacia el baño. Se sentó en frente del espejo, quiso detenerse un instante a observar su figura. Cada año que pasaba marcaba huella y sus años se empezaban a notar, pero seguía tan bella como siempre. Al salir de la ducha se arregló el pelo, se vistió, se puso sus tacones rojos y decidió salir a la calle, se sentía bien con ella misma a pesar de todo, a pesar de dejar salir a la niña juguetona que tenía en su interior con hombres que no eran su marido, pero así era ella, libre, joven e infiel. Nunca le gustaron los compromisos. Tenía miedo de quedarse sola, ese era el verdadero motivo de su casamiento, nunca encontró el amor, quizás fue por miedo a encontrarlo.
Su corazón siempre estaría vacío, ella lo sabía pero en realidad no le importaba.
Se sentó en la plaza de siempre, en el banco de siempre a mirar el paisaje de siempre…pensando, tal vez en todo, tal vez en nada. Empezaba a oscurecer y decidió volver a su casa, volver a la monotonía. Entró en su casa, dijo –“Cariño, ya he llegado”-. Permaneció un rato en silencio esperando una respuesta pero no la obtuvo. Dejó su bolso y abrigo en la butaca de la entrada, subió las escaleras mientras se quitaba los collares y las pulseras y vio en aquella alfombra, aquella alfombra en la que tantas cosas habían ocurrido, en la que tanto había llorado, en la que tanto sudor había caído, si, en esa misma alfombra se encontraba su marido ya sin vida. En ese preciso momento le habría gustado derramar una mísera lágrima, pero sus ojos no lo consiguieron.

Dos gotas de agua

 Pasión, lujuria, deseo, besos, lágrimas. Todo se concentró aquella noche entre las sábanas de la cama, en el suelo, en la ducha, dejando rastros de romanticismo por donde pasaban. Sus cuerpos, dos imanes imposibles de separar. Sus labios recorrían su cuerpo, su cuello, su espalda, su pecho…  Ardientes, ella era pura dinamita y él la única cerilla capaz de hacerla explotar. La única persona capaz de hacerle sentir un pequeño escalofrío con solo tocarla. Él era su droga, su dulce y mortal veneno. Ambos eran su punto débil.
 Su pelo negro revuelto, sus manos perdidas entre un mar de pura sensualidad, sus ojos brillantes como dos pequeñas estrellas caídas del cielo. Sus pies jugaban con delicadeza.  El rojo tenía sus mejillas. Ella sonreía y él con ella. No querían que aquella noche se acabara, querían hacerla eterna. Cada hora sobre su piel se convertía en un segundo.
Pequeñas gotitas de sudor caían en sus ombligos y formaban charquitas de amor que pronto se evaporarían. Le gustaba susurrarle cosas al oído, promesas que probablemente nunca se cumplirían pero que les gustaba soñar con ellas, pensar que un día se podrían hacer realidad.  Le gustaba hacerle sentir especial, decirle cada instante de su vida que la amaba. Miles de caricias recorrían sus piernas. Dedos juguetones que hacían corazones de ternura sobre el pecho. Dos personas, unidas en cuerpo y alma que formaban un solo ser, invencible, capaz de aguantar cualquier tormenta.

El amor, las cuatro estaciones

 Primavera. Fruto de una semilla enterrada en la tierra de la amistad y regada con cariño floreció una pequeña flor roja, como la pasión, llamada Amor.
Una flor que en su primera estación está más viva que nunca, pura y limpia.
Cuidan de ella todos los días, con simples frases formadas por dos palabras, caricias y abrazos que actúan en ella como el mejor abono. Suaves brisas y delicados rayos de sol hacen que la flor crezca y así poder ser inmune a todos sus enemigos.
Verano. La flor permanece como en su primera estación pero pequeñas impurezas comienzan a atacarla, plagas de celos, el insecto de la desconfianza.
Sus pétalos comienzan a arrugarse, se vuelven de color marrón, se va debilitando.
Pero permanece con fuerza incrustada en la tierra, el fuerte calor no conseguirá debilitar más sus pétalos, son lo suficientemente fuertes como para aguantar los fuertes rayos del sol.
Otoño. Los pétalos caen, no aguantan más dolor, las plagas son demasiado fuertes como para combatirlas.
Han caído todos los pétalos, la flor, ya desnuda, comienza a notar el frío del invierno que pronto llegará, penetrando en sus fuertes raíces, raíces que en verano pensaron que nunca se secarían, raíces que no pensaron en los vientos y las lluvias del otoño que conseguirían hacer que las raíces se fueran desprendiendo del suelo.
Invierno.No queda rastro de la flor, yace bajo un grueso manto de nieve, gélida, que hace que la flor sea incapaz de percibir el dolor, darse cuenta de que ha muerto, su belleza se ha evaporado, ya no es lo que en un momento fue.
Ahora espera a ser arrastrada por las fuertes lluvias del olvido con la esperanza de que una nueva semilla vuelva a caer y llegue, con esa semilla, un nuevo verano.

Vuela hacia otra flor, mariposa.

        

No, tu corazón no es tan duro como piensas.
Parece sólido,
irrompible.
Pero es tan frágil como tus alas,
pequeña mariposa.
Fuerte como tu esqueleto,
pero delicado,
como el brillo que desprendes.
Ardiente como el sol cuando asoma por el horizonte,
y frío como el más helado de los inviernos.
Diminuto corazón fracturado.
Empiezas a debilitarte, pequeña.
Flor inmunda que te roba la vida
y absorbe tu alma convirtiéndote en un tenue suspiro.
Flor inmunda que necesita de ti para vivir
clavándote sus espinas.
Huye pequeña.
Sigue tu camino.

Éxtasis

Cocaína en la nariz, cannabis en los pulmones y música en sus oídos.
Miles de cámaras captan su imagen y queda recordada en miles de hojas de miles de revistas.
Ama la fama, le da todo lo que quiere y más, alcohol, sexo, drogas.
Fiesta tras fiesta, madrugada tras madrugada.
Cualquier rincón de la ciudad era su hogar en el que permanecía sucia y totalmente ebria.
Cicatrices marcaban sus brazos. Incontables eran el número de pinchazos que poblaban su piel morena y áspera.
Tobillos rotos de echar a correr y escapar de ella misma.
El maquillaje barato se desliza por sus mejillas apropiándose de ellas y tiñéndolas de negro, pintalabios rojo del que no queda rastro.
Enciende otro cigarrillo más, se sienta en la acera y observa el humo salir de sus labios. Su futuro cae en miles de pedazos delante de ella, convirtiéndose en polvo.
Está completamente sola, lo único que le queda es su fama y su desgraciada alma que desea escapar atada a un cuerpo despreciable.
Siente que su camino acaba ahí, se siente vacía, miserable. Saca de su bolso una cajita, pega la nariz y respira.
Se acostó en el suelo, miró el cielo, esbozó una sonrisa, cerró los ojos y no los abrió nunca más.

¿Cuánto tiempo necesitas?

Hay miradas vacías, de tristeza, de alegría, miradas interrogativas, miradas apasionadas, miradas que huyen, miradas traviesas…
Y todavía no has aprendido a descifrar las mías.

Ahora juguete viejo.


Yo también fui el juguete nuevo.
El juguete con el que todos querían jugar y se peleaban por ponerme vestiditos y hacerme trenzas en mi largo pelo negro. Todos los días un niño distinto. Un día una famosa cirujana que transplantaba corazones débiles, otro día una chica normal que pasaba el día leyendo en un rincón de la playa, otro día una heroína que salvaba una ciudad en llamas, otro día una asesina en busca y captura… Cada día una nueva vestimenta y una nueva personalidad.
Al final de la tarde me colocaban con cuidado en la esquina de aquella habitación, se iban y me mantenía a la espera de la mañana.
Todos los segundos, minutos y horas de mi vida eran así, pero un día todo cambió.
Me arreglé el pelo, me pinté los labios puse una bonita sonrisa y… no llegó nadie.
Permanecí sentada en mi esquina, lo único que apareció fueron los primeros rayos de sol. Escuché un gran barullo al final del pasillo y me alegré por ello, ya llegaban mis niños, los que tanto me querían y me apreciaban, venían a jugar conmigo, como siempre.
Pero no aparecieron. Me levanté como pude con mis delicadas piernitas de trapo y caminé hacia la puerta de la habitación y allí estaban mis pequeñas criaturas con caras de felicidad, estaban entretenidos con algo que no conseguía ver, me acerqué un poco más y logré ver lo que era. Un nuevo juguete había llegado y con él mi fin.
La tristeza se adueñó de mis manos que de un golpe consiguieron borrar mi sonrisa, poco a poco fui destruyendo mis piernas, una a una, descosiendo cada costura mientras observaba el algodón comenzando a salir por las grandes aberturas que se formaban, me arranqué el vestido y lo transformé en millones de pequeños hilos. ¿Para que tener ese pelo si nadie lo volvería a tocar, ni hacer trenzas con él? Comenzó a caer al compás de mis lagrimillas de tela azul.
Una gran brisa entró por la puerta de la habitación y me llevó con ella. Ya no queda rastro de mí, ni mi pelo negro, ni mis piernas de trapo ni mis lágrimas de tela azul.
Pasar de serlo todo a no ser nada, el mayor motivo de felicidad a ser el motivo de tu muerte.

Duelen las cicatrices

Como un tatuaje en la piel. Puede que encuentres la manera de quitártelo pero siempre quedará la cicatriz, que al verla… recordarás el tatuaje.
Esas cicatrices duelen y más cuando están en tu propia cabeza y alma.

Neruda. Esclava mía

Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía.
Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.
Mi propio latigazo cae sobre mi vida.
Eres lo que está dentro de mí y está lejano.
Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.
Junto a mí, ¿pero dónde? Lejos, lo que está lejos.
Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.
El eco de la voz más allá del silencio.
Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.

Hoy, mañana, siempre.

Sabes que si te caes estaré ahí para recogerte. Sabes que en la oscuridad estaré yo ahí para darte luz. Sabes que bajo la lluvia caminaré contigo. Sabes que a la hora de llorar te ofrezco mi hombro. Sabes que al resbalarte te tenderé la mano. Te protegeré, curaré tus heridas y te ofreceré cobijo en un hueco de mi corazón.
Quiero regalarte cada día de mi vida y dedicarte todas mis sonrisas.
Y cuando duermas dedicarte la más bonita de las canciones y observarte. Imaginar miles de situaciones a tu lado y decirte todo lo que siento y dejar de sentir esta presión en el pecho que me grita cada minuto que te cuente mis secretos, como soy de verdad…
Por la noche con las estrellas formar las letras de tu nombre, dar un paseo por la luna, juntos de la mano, sentirnos libres que nada más importa, tú y yo, nosotros.
Para siempre y más allá de la vida…


“Yo te haré de guía en esta noche fría, donde mi energía elevaría tu tranvía de problemas y lo enviaría a arder, quemarse en el infierno”

Dos palabras

 El corazón palpita a una velocidad increíble, intentando salir a la superficie, salirse del pecho. El pulso aumenta. Sudores fríos recorren las manos, como si quisieran borrar las huellas dactilares. Mariposas anidando en el estómago, reproduciéndose en cada uno de tus órganos, dulce cosquilleo. Ojos bloqueados miran a un punto fijo. Temblores adueñándose de tus piernas, pasos débiles y poco precisos. El cerebro echa a volar en busca del suicidio, demasiada presión. La lengua intenta coordinarse con el cerebro, buscando las palabras correctas en un auténtico laberinto llamado “pensamiento” y formar frases coherentes, un hecho casi imposible. La temperatura corporal se dispara hacia los extremos, el frío y el calor comienza a confundirse. Un escalofrío consigue ponerte los pelos de punta. Los dientes se apoderan de los labios clavándose en ellos. Echar a llorar de impotencia y reírte de ti misma.
Me gusta esa sensación.
Poder avistar la locura es fantástico.

 Actúas como millones de agujas clavándose profundamente una tras otra, sin descanso. Apoderándose de cada rincón, mutilándolo, formando millones de surcos, como si una mina olvidada de alguna guerra hubiera estallado.
Alejarse es lo correcto y así dejar de sentir dolor, pero si estar contigo significa sufrir, que vengan centenares de plagas, que me inyecten el veneno más mortal y que me dejen sin aire si es necesario.

Un mundo

 Te observo y todo se detiene.
Las agujas del reloj dejan de moverse y los minutos se convierten en ceniza. El mundo deja de girar y la noche se vuelve eterna. La lluvia cesa y las plantas marchitan. Nubes se acumulan en el cielo y tiñen los cielos más claros y los sumergen en una intensa oscuridad.
Se acaba el mundo, los planetas echan a correr y salen del sistema solar, los cuerdos se vuelven locos, los marineros salen a la mar en un barco sin timón, las heridas vuelven a abrirse, la verdad se disfraza de mentira, los corazones dejan de latir, el pintor destruye su lienzo, el cielo comienza a caer, los recuerdos desaparecen y todo es olvido, el suelo se agrieta y se parte, cielo e infierno se fusionan, el bien y el mal dejan de existir, el dolor se vuelve dulce.
Y yo sigo observándote.
Que se derrumbe todo lo que está a mi alrededor y que el mundo se destruya, yo me quedo con el mundo que hay encerrado en su mirada, un completo universo y dos soles en un cielo blanco e impoluto.

Carta desde el olvido.

 Hola, mi querido compañero, te escribo porque hace mucho tiempo que no sé de ti. Desde que me encerraste en este lugar no has dado señales de vida. Pensaba que algún día vendrías a recogerme, pensaba que la nostalgia se apoderaría de ti y volverías conmigo.
Este lugar está muy oscuro, está lleno de polvo y comienzo a sentirme sola… de vez en cuando veo un rayo de luz y al segundo se desvanece sin dejar rastro.
Echo de menos darte mis consejos, mostrarte los diferentes caminos que puedes elegir, enseñarte a tomar una decisión, echo de menos nuestras conversaciones, echo de menos tu inseguridad, tu gran imaginación… era como un gran pájaro, un águila al que le gustaba echar a volar y surcar los cielos, echo de menos tus ocurrentes preguntas, te echo de menos.
Hace unos días ha aparecido por aquí alguien que dice conocerte, se llama Sinceridad y viene acompañada de Honradez, me han hablado mal de ti… por supuesto no les he creído, dicen que desde que me apartaste de tu lado has cambiado, ya no eres quien solías ser, estoy muy preocupada por ti, por favor responde esta carta, no me abandones.
Un saludo.
Conciencia.

sábado, 21 de mayo de 2011