domingo, 22 de mayo de 2011

Putrefacción


Charlie se encontraba en la calle trasera, como cada noche, estaba abarrotada de vagabundos y sucias prostitutas esperando llevarse algo a la boca y poder ganar algo de dinero para seguir comprando sus medicamentos o seguramente para los estudios de algún chiquillo que tuvieron a los 15 años.
Entró al bar, el bar de siempre, ya le conocían de sobra, tenían su cara más que vista, no le hacía falta pedir nada solo decir la frase “lo de siempre, Bob” y le pasaban un vaso con una botella de absenta. Estaba en el bar por el mismo motivo de siempre, se sentía mal, se sentía solo, apenas tenía dinero para pagar el alquiler del piso, y lo poco que tenía lo gastaba en alcohol y en alguna que otra calada de maría o nicotina.
No tenía motivos para seguir viviendo, se levantaba todos los días a las 6:00 de la mañana para sentarse delante de un ordenador y comerle el coco a la gente para que se cambiaran de operadora de móvil. Salía del trabajo, iba a su casa, veía un rato la tele y se tomaba una cerveza, esperaba que fueran las 11:00 y volvía al bar. Esa era su rutina la de siempre, la misma durante más de 10 años. Se le estaba comenzando a caer el pelo, tenía entradas, y un poco de calvicie, tenía tantas ojeras que sus pequeños ojos verdes estaban empezando a oscurecerse, innumerables arrugas eran las que cubrían su cara, estaba pútrido por dentro y estaba comenzando a descomponerse por fuera.
Esa noche bebió más de la cuenta, comenzó a desvariar, se metió con toda persona que s ele acercaba, el camarero, alguna chavala que andaba por ahí, y terminaron echándole del bar, estaba totalmente alcohólico. Comenzó a caminar por aquel callejón, no podía mantenerse en pie, se mareó y comenzó a rodar por las escaleras, se partió la nariz y alguna que otra costilla, dolorido, se sentó en el suelo esperando por un taxi que lo pudiera llevar a su casa.
Pasó por ahí un joven que seguramente estaba en el mismo estado que él, sacó una navaja y le amenazó para que le diera la cartera, Charlie se resistió , en esa cartera s encontraba lo único que tenía, dinero para más alcohol, no podía vivir sin alcohol, hacía que se olvidara de sus problemas y de la mierda de vida que llevaba, aunque no le importaba morir esa noche.
El joven le agarró y le pegó la navaja al cuello y le hizo una pequilla herida, comenzó a salir sangre, Charlie sintió miedo, cedió y le entregó la cartera, el joven le dio patadas en las costillas y en la cabeza, le apuñaló en el pecho varias veces con la navaja, le escupió y el joven se fue corriendo.
Unos días después encontraron a Charlie en el callejón, desnudo, ensangrentado y oliendo a descomposición, alguna cucaracha ya habría empezado a comer sus entrañas.
No conocía a nadie, no tenía amigos ni familia, simplemente dejó de existir.
Ahora Charlie se encontraba pútrido por dentro y pútrido por fuera.

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