jueves, 12 de enero de 2012

Lucha contra tu pesimismo

Hace unos meses decidí acabar con mi pesimismo o como yo solía llamarlo “realidad cuesta arriba”.
He decidido dejar de pensar que podría conseguirlo y comenzado a pensar que voy a conseguirlo.
He escrito en mi espejo del baño “todo va a salir bien”. Al salir de la ducha con el vapor del agua caliente el cristal se empaña y se lee perfectamente esa frase.


De este modo consigo estar mucho más optimista, sonriente y ante cualquier situación complicada pienso en mi espejo del baño.
Puede que sea simplemente psicológico, pero desde que lo hice me van mejor las cosas y me como menos la cabeza.
Estos días intentaré sacar una foto y la publicaré.
Os invito a probarlo, espero que os sirva.
¡Un saludo!

Destino: fracaso


¿De verdad vamos a seguir fingiendo que todo sigue como antes, que no estamos acabando con nosotros mismos, que no estamos perdiéndonos, que no estamos al borde del abismo, que no podemos retroceder y que el simple latido del corazón a un ritmo acelerado podría hacernos caer? Dicen que nunca es demasiado tarde pero es mentira, las agujas de nuestro reloj han sido destruidas por el mismísimo tiempo. Yacen oxidadas impregnadas de segundos, minutos que parecieron horas y oportunidades perdidas. Nos hemos condenado sabiendo con claridad lo que ocurriría. Nos hemos conducido hasta la cuerda floja y nos hemos reído del destino en su propia cara.
Ahora cuando se ha cansado de nuestros juegos y ases en la manga decide fulminarnos destruyendo nuestro único punto de apoyo.
¿De qué nos sorprendemos? Nos hemos arriesgado. Hemos tirado los dados a sabiendas de que están en blanco, al igual que todas nuestras cartas y ya no nos queda ningún comodín por usar.
Cargamos completamente la pistola y jugamos a la Ruleta Rusa. Apretamos el gatillo y ahora nuestras ideas, explayadas en la pared gritan el porqué.
Porque somos enfermizamente masoquistas y nos gusta arrancarnos la piel con los pies descalzos sobre mantos de olvido mientras la luna a duras penas nos recuerda quiénes somos y qué hacemos aquí.
Pero esas arenas movedizas, como peces en una red, ya nos han atrapado. Nos toca volvernos a inventar para volver a echar una partida y volver a perder y perecer.