lunes, 19 de diciembre de 2011

Día a día

Que su cama aún conserva nuestro aroma, pero es fácilmente sustituible por otro. No te enviará mensajes de madrugada diciéndote que te echa de menos, ni que eres la razón de su existencia y si le dices un “te quiero” no esperes un “y yo” o “yo más” como respuesta. Si te ve por la calle no irá corriendo a abrazarte, levantará la mano y te regalará una sonrisa desganada y ambigua.
No te llamará todos los días para comentarte lo mucho que ha pensado en ti.
No se preocupará por ti, no te brindará su hombro cuando necesites llorar y mucho menos te dirá frases alentadoras.
Es más, cuando estés hundida en el fango, suplicando su ayuda, pondrá su pie en tu cabeza para intentar dejarte sin respiración.
Nunca tendrá las cosas claras, tiene todo un cultivo de dudas en su cabeza que cuando dan su fruto consiguen acabar con tu paciencia.
Juega contigo, ilusionándote, te da el caramelo para después arrancártelo de las manos.
Destruye tu seguridad, todo tu ser. Eres capaz de darte cuenta pero eres totalmente incapaz de remediarlo porque a pesar de todo, le quieres, con toda tu alma.
Y él… es capaz de ver cada uno de tus errores, fallos y darle la vuelta al guion para así tú ser la villana, pero es incapaz de ver lo que haces por él día a día.
Nunca te querrá ni la mitad de lo que le quieres tú a él, no te engañes y quítate la venda de los ojos, desenreda los nudos de la razón y actúa.

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